viernes, enero 11, 2008

David Goitía - Tucumán - Argentina

CUENTO

Maestro de títeres

Acaricio las cuentas de mi rosario. Pienso en la eternidad que me secunda. Comienzo a rezar un credo… Creo en Dios padre todo poderoso… un halo de sublimidad recorre todo mi ser… concebido por obra y gracia del Espíritu Santo…nació de Santa María virgen… imagino un millón de eternidades para mí solo…Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica… ¿Creo?.. la vida perdurable, Amen. Reflexiono sobre Dios. Dudo. Vuelvo a masticar sobre la idea de dios. Me da bronca. Me indigno. Recojo el rosario sobre la palma de mi mano, aprieto el puño fuertemente y lo trituro entre mis dedos. Coloco el cordel de las cuentas sobre los dedos pulgar y meñique, y a modo de titiritero muevo balanceando por el aire la imagen de nuestro santo redentor, explicándole como si fuera un extraviado, que ahora soy yo el que maneja los hilos.


Síndrome de María Kodama

Es la pobre y sufrible incandescencia humana. Una mirada severa que no perdona, y siempre alcanza todo con un atisbo cómplice e indulgente. Tirana, centro de todos los centros, como un centro alado de vocablos. Es un holocausto de sí mismo. De mí mismo; a mis pies cuadrados de su presencia inertemente florida. Una hecatombe de mariposas. La intransigencia hecha carne, habitando entre nosotros. ¡Qué difícil debe de ser quien es!
No entiende del hambre que provoca el arte, pero sabe tipear, cocinar y otros hechos de la concupiscencia… espera la fama, los aplausos y las fotos, adhiriendo estúpidamente a las florituras lexicales.
Escupe mis vinos y rompe los silencios; esos que aturden junto al humo del cigarrillo, mientras se elevan los pensamientos a cualquier parte.
Salpica el horizonte con ocurrencias cotidianas y me hace levitar con todos los hules que encuentra en su camino. Me ahoga en un vaso de agua. Me ahoga…destruye los tapices, al igual que un Van Gogh; orina los retretes y se acuerda del Sena; opina de filosofía consultando un libro de cocina. Es un dos por cuatro al escabeche.
Es la peor de todas. El animal más sanguinario.
Es la mujer de un escritor.