viernes, enero 11, 2008

Elsa Lamberti - Tucumán - Argentina

POEMAS


Plenitud

La ciudad está floreciendo,
hay hierbas y granos en abundancia,
los árboles están llenos de frutos,
los océanos ofrecen sus riquezas,
el universo está feliz.


Ritmo en A

El aire
que besa la tierra
entrega una rosa encarnada
carente de artificio
nacida de la nada.
Resonancia inquieta
joya de elegidos
bálsamo universal
que renace
en maravillosa alegoría,
luz verde
en clamorosa primavera,
gran misterio
encerrado en un poema.


Atajo

Golpe de frío
amenaza
la buena cosecha,
por el orgullo
se realiza
una travesía con altibajos
en la loca carrera
de desandar lo andado.
Cruce peligroso
en el avance
efectivo del tiempo.
El sabio
con el viento en popa
encuentra
en las raíces mas profundas
el firmamento.

Origen

Por la bohemia
están tus ojos
cansados y tristes.
Tu orgullo
cual corcel
cabalga enardecido,
surges con animo
renovado
por las cartas que se queman.
Luces de esperanza
destellan.
¿Cuál es la distancia
en el calendario?
El tiempo
destruye el sueño
que se desmorona
y se pierde en el recuerdo.


Elegía a una piedra

Te encontré solitaria
en un rincón del camino
donde te recogieron mis manos
¡oh! pedrusco perenne
y te llevé conmigo.
Encontré un lugar en la casa
donde luminosa
adornabas un espacio del jardín
rodeada de jazmines y de rosas.
Se que no fuiste siempre piedra
tu historia es milenaria
juguetona de los duendes
que te siguen y te cuidan
siempre estarás presente en mi memoria
blanca y majestuosa.
En mi interior persigo tu ejemplo
de dureza
e inmolo en mi vida
implantado a cada instante
el derecho de vivir con entereza.
El sabio
con el viento en popa
encuentra
en las raíces mas profundas
el firmamento.


A mi primogénito (elegía)

Yo alimento la savia
del recuerdo
llevando tu imagen
fresca en la memoria.
Viajero ahora
del tiempo y del espacio,
eterna juventud
en su amplio vuelo.
Arrastras lo verdores de tus años
flores esparcidas en el suelo.
Clamo tu nombre
en las noches largas de vigilia
llenas de silencio.
Espero una respuesta a cada paso
en la voz interminable de mi pena,
canto triste y melancólico,
lamento inútil de un consuelo
que no alcanza
a mi alma desolada.
Esparce el viento
tu risa cantarina
que suena en mi oído
cuando rezo,
y tu recuerdo llega
a cada instante
envolviéndome toda,
en el momento
en que el Cristo
entrega
el pan y el vino
de su cuerpo.